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ENTREVISTA CON
ISAAC TIGRETT
Por
Carmen C. Lara Carrero
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El fundador de Hard Rock Cafe comenzó desde
muy joven su vertiginosa carrera de exitoso empresario y su devoción a Sri Sathya Sai Baba,convirtiendo en oro todo loque tocaba. Luego de la muerte de
su esposa, su entrega espiritual lo salvó del fracaso y el suicidio.
Cuando se ha sido creador de una cadena de restaurantes tan
famosa como "Hard Rock Cafe" y se ha llegado a la cima del mundo de los negocios
con establecimientos de entretenimiento y comida de tanta originalidad y fama
como "House of Blues" en Estados Unidos, puede pensarse que ya se ha arribado a
una meta, a una suerte de destino.
Isaac Tigrett, un hombre cuya infancia
se desarrolló en un hogar disfuncional y lleno de violencia, y que a los 22
años, como en un salto al vacío, funda con un socio Hard Rock Cafe, pasó de ser
un joven extremadamente tímido a convertirse en uno de los personajes más
exitosos en esa clase de negocios donde se conjugan el espectáculo, la música y
la alimentación.
Si a ello se le suma que durante ese mismo período de su
vida, su inquieta naturaleza lo llevó a una incesante búsqueda espiritual
iniciada desde su niñez cuando escuchaba voces que le decían: "te estoy
esperando", se está frente un ser humano multifacético, con gran sensibilidad
social, lleno de una intensa vida interior que se esconde detrás de una
estruendosa risa, una personalidad muy fuerte y una corpulenta estatura.
P. Isaac,
¿quién está detrás de esa persona famosa, excéntrica y sofisticada en
la que te has convertido en el transcurso de tu vida?
R. Baghavan Sri Sathya Sai Baba, a quien le tengo que dar crédito
por haberme salvado la vida muchas veces. Yo empecé a hacer negocios a la
edad de 22 años, en Londres, con Hard Rock Cafe, dos años antes de conocer a
Sai Baba. Desde pequeño empecé a escuchar voces que me daban mensajes y mis
padres comenzaron a preocuparse, por lo cual me llevaron a psiquiatras y
psicólogos. Los especialistas dijeron que no estaba loco. Entonces me pusieron
como tutor al más famoso predicador de Estados Unidos, Norman Vincent Peale, un
alma grande. Él me dijo que yo estaba experimentando fenómenos psíquicos y que
debía canalizar mi espiritualidad. Fue así como comencé a buscar un guía, un
gurú, para lo cual fui a más de veinte ashrams alrededor del mundo.
En uno de
esos viajes fui al ashram de Sai Baba en India. Vestía a la manera de los años
sesenta y tenía el pelo largo. Había escuchado antes de llegar allí una voz que
me decía:
'Al fin viniste, te estaba esperando. Somos viejos amigos. Espera
aquí. Tenemos mucho que hacer'. Durante los siguientes 15 años seguí visitando,
anualmente, el ashram de Sai Baba, pero no volví a escuchar esa
voz. |
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P. ¿Cuándo conociste a
Baba te cambió la vida? Tengo entendido que eras muy bohemio…
R. No en
ese momento. Yo me convertí en una rareza porque pasaba el tiempo y Sai Baba no
me daba una entrevista, aunque en algunas ocasiones viajaba hasta cuatro
veces al año a India. Era costumbre que todos los devotos se desesperaran por
tener una entrevista, por ver milagros, pero como él cortó esa posibilidad para
mí durante quince años, lo único que me quedó hacer, para estar cerca, fue leer
sus libros, lo que me permitió no caer en ese grupo de personas que hacía
turismo espiritual. Fue así como Baba fue cambiando mi perspectiva de la
vida. Me ayudó a entender que no había otra alternativa sino transformarme
internamente y que estar a cargo de algo no significa tener poder sino una
oportunidad de servir. Entonces debía ser un servidor de todo aquel que entrara
a Hard Rock Cafe.
P. ¿Seguiste consumiendo drogas y alcohol durante
esos quince años?
R. Sí, y teniendo experiencias metafísicas como las
de mi niñez, las cuales me enseñaron a conocer otras dinámicas. Veía a Baba como
un maestro divino, que tenía tremendo poder porque me había salvado la vida
varias veces. Una vez, sentado a mi lado en el carro, me salvó de un accidente
terrible. Veinticinco años después, cuando estábamos construyendo en el sur de
India un inmenso hospital, cuya atención sería completamente gratuita, en un
encuentro que tuvimos con arquitectos, médicos y planeadores, Baba les dijo
sorpresivamente: 'Salvé la vida de Tigrett dos veces'. Contesté afirmativamente,
y él agregó: 'Y muchas otras también'. Todos reímos porque él se refería a todo
ese período de mi vida durante el cual consumí alcohol y
drogas.
P. Para muchos devotos de Baba, no fumar, no tomar y no comer
carne son principios. ¿Qué opinas? ¿Se puede ser flexible?
R. Eso está
bien porque es su camino. Yo he pasado por todo eso. He sido vegetariano durando
veinte años, paré de fumar y tomar por cinco años, y en un momento, alguna
situación ocurrió y comencé a hacerlo de nuevo. Pero no hay duda de que como
Swami está en todas partes, también está en la oscuridad. ¿Cómo vas a reconocer
el bien, si no reconoces el mal? En todo hay polaridad. Vivirla fue lo que me
permitió traer el dinero para que se construyera el hospital de
superespecialidades y que todo el que entrara a Hard Rock Café pudiera
contemplar el rostro de Sai Baba y conocerlo. Por alguna razón, él me puso en
una situación donde pude tener tanta fama y ese estilo de vida. Yo le preguntaba
a Swami por qué me estaba usando a mí para todo eso. Él me contestaba: 'Porque
eres obediente y conveniente'.
P. Es una buena paradoja. Es importante
que la gente rompa paradigmas. La devoción a Baba no es rígida, sólo
amor…
R. Por supuesto. Y es muy divertido. Yo soy todo lo contrario de
lo que la gente cree que debe ser un buen devoto. A los quince años de estar
yendo constantemente a India, Baba me dijo que me estaba usando para despertar
celos en otros, para quebrar el ego de algunas personas. Y a veces me ponía a mí
mismo a prueba. Una vez, cuando estábamos construyendo el hospital de
superespecialidades, me propuso poner en sus diferentes alas las imágenes
sagradas de todas las religiones: Mahoma, Buda, Jesús, Krishna. De repente me
dijo que quería poner mi foto en una de ellas. Yo le dije: 'No, cómo va a ser,
si esos son dioses'. Él me dijo: 'Tú también lo eres'. En realidad, no lo hizo,
pero fue una lección para mí. El gran problema de muchas personas parte de que
creen que Dios está por allá y ellas por acá. Que somos diferentes. Eso no es
verdad. No hay dualidad. Lo que hay que reconocer es que el otro soy yo y que
dentro de mí está Dios.
P. ¿Es esa dualidad la causa del
sufrimiento?
R. Es a través del sufrimiento que aprendemos. Todo lo
que aprendí fue a través del error, de equivocarme, de la
estupidez.
P. ¿Y qué es un verdadero devoto?
R. "El que cree
en algo profundamente".
P. ¿Cuándo se dio el cambio más importante de tu
vida?
R. Hace unos meses cuando él se me reveló como Krishna. Es el
cambio más dinámico que he tenido en mi vida. Estaba en un lugar que se conoce
como la Baranda, en el templo de Sai Baba, en Puttaparthy, y, de repente, tuve
una revelación, me vi en el campo de batalla de Mahabarata, en la más famosa
batalla de Arjuna. Entendí, entonces, por qué me había dicho que éramos viejos
amigos, pero no imaginé que esto provenía de hace cinco mil años (ríe).
P. ¿En tu página web anuncias que vas a abrir una cadena de
restaurantes de B.B.Q.?
R. Iba a empezar una, pero no prosperó. Los
primeros veinte años de mi vida fueron un infierno para mí; luego, con Hard Rock
Cafe, empecé un período de veinticinco años durante el cual todo lo que tocaba
se convertía en oro. Hasta hace doce años, cuando mi esposa murió después de
diecinueve años de casados, que todo empezó a caerse: lo que tocaba se volvía
cenizas. Para ese momento tenía como negocio una cadena de centros de
entretenimiento y comida denominada House of Blues en Los Angeles, Chicago,
Nueva Orleáns y Boston, la cual Swami asesoró detalladamente. Cuando House of
Blues iba a entrar en la bolsa, después de cuatro años de éxito, algunos de los
compañeros del directorio conspiraron contra mí para sacarme, haciéndome perder
todo lo que tenía. Nunca antes había sentido odio en mi vida ni envidia ni ira
ni avaricia. Pero esta situación me afectó fuertemente.
P. ¿Qué pasó
entonces?
R. Quería matar a esas personas por lo que habían hecho y
no me importaba ni familia ni nada. Ese sentimiento de odio me dio mucho miedo.
Me dije: 'Esto debe ser odio, algo que nunca había sufrido' (ríe). Unos meses
atrás me rendí y me dije: 'Esto es ridículo, no puedo seguir así'. Estaba a
punto de suicidarme, pues pensé que, al menos de esa forma, le quedarían a mi
hija cinco millones de dólares. Pero inmediatamente agarré un avión y vine a
ponerme a los pies de Sai Baba, vuelto trizas. Cuando él me vio, me regañó y me
dijo: 'Fui yo quien hizo todo esto, ellos son tus maestros'.
P. ¿De
los negocios que has tenido, cuál de todos transformó tu
vida?
R. Todos en formas diferentes. El que tuvo más influencia fue
Hard Rock Cafe. Desde que lo fundé mucha gente empezó a atacarme, pero, al mismo
tiempo, el personal de mi empresa en todo el mundo se acostumbró a escucharme y
a experimentar cambios positivos. Durante cinco años viajé por todo el globo y
los reunía dos o tres veces cada semana. Les hablaba de la divinidad hasta el
día que vendí la compañía. Adquirí mucha seguridad en mí mismo.
También
House of Blues, por todo lo que acabo de contar. Ahora que puedo mirar atrás, me
doy cuenta de que estos años fueron los que me permitieron estar donde estoy
hoy. Sai me permitió vivir en estos últimos diez años duras experiencias, quizás
con este propósito. Me ha dicho que soy un pedazo de hierro que se está
convirtiendo en acero. Desde que llegué a India, Él me ha bañado de gracia a
través de su presencia física y de múltiples personas que me manifiestan su
amor. Me ha devuelto mi salud física y espiritual.
P. ¿Y ahora cómo
ves tu vida?
R. Llegué a un punto en el que me rendí. Solté todo. Yo
pude pensar que ya sabía lo que significaba esta palabra, que me había rendido,
pero no lo había hecho. En este viaje a India finalmente he entendido lo que es
la entrega. Él me pregunta: '¿Estás dispuesto a entregarme todo? ¿Hasta tus
discursos? Tú eres un gran conversador'. Y es que le he hablado a tanta gente
por tantos años, siempre esperando que Él hablara a través de mí. Tengo tanta
personalidad que debo aprender a depender de Él. Estoy en proceso de entregarlo
todo. Al tercer día de haber llegado entendí que mi vida es Él. Fue allí que la
transición ocurrió. No entiendes lo que es la entrega hasta que no llegas a
ella. Yo ya terminé todo de mi vida pasada, cerré mis negocios, salí de mi
dinero. Estaré en India hasta que Él quiera.
P. ¿Te vas a dedicar al
servicio?
R. Siempre lo he hecho. La diferencia es que ahora yo le
pertenezco. Antes yo hacía todo lo que él me pedía, pero no le pertenecía.
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